lunes, febrero 20, 2006

Anoche soñé contigo

y la noche anterior a esa. Soñé que estábamos dormidos y despertábamos en una especie de campo de concentración, y me ponía a pensar en que nuestro destino no depende necesariamente de nosotros mismos. Soñé que estábamos dormidos y nos arrullaban las olas del mar. Entonces yo te preguntaba: querida, quién confiesa a los párrocos, quién les da terapia a los psicoanalistas, quién mata a los hampones de la mafia. Soñé que soñaba contigo y esa noche soñaba que te perdía, una nube de humo me llevaba a otra tierra alejada de colegios y universidades absurdas, de campos de concentración solitarios, de cementerios abandonados marchitos.